Las mujeres somos pura estrategia. Nos ponemos un objetivo y planificamos nuestra táctica de guerra para conseguir que el susodicho caiga rendido a nuestros pies. El problema surge cuando el otro no reacciona como suponíamos que lo haría, ni dice o hace lo que estaba estipulado en nuestros planes. En ese momento empezamos a rediseñar la estrategia, pero como sabemos que algún error tenemos que haber cometido, decidimos hacer una consulta popular con nuestras amigas para determinar juntas que hicimos mal y así solucionar el tema. Ante eso surgen tantas teorías como amigas que opinan. Por supuesto el culpable de todo siempre es el hombre: "seguro tiene otra mina" "tiene pánico al compromiso" "no quiere renunciar a nada por vos" "si no afloja, ese pibe se va a quedar solo como un hongo" "quiza tiene una tara mental que le impide mantener una relación normal con una mujer". Acto seguido empiezan las lamentaciones por los hombres de hoy en día, repitiendo hasta el cansancio: "¿quien los entiende?" "¿por qué solo quieren sexo con nosotras, que somos ideales como esposas amantes y madres de sus hijos?" En fin, con todo esto en nuestra cabeza volvemos a tomar contacto con el objetivo de nuestras elucubraciones, siempre pensando en ponerlo en su lugar, en decirle lo que pensamos, en hacernos valer y respetar, que si busca un service se lo haga otra porque nosotras estamos para mucho más que eso... pero basta que nos diga Hola!, para saber que perdimos la batalla, que ya estamos sacando la banderita blanca, rindiéndonos bajo sus encantos...
Esperemos que perder una batalla no implique perder la guerra.
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