26 de diciembre de 2008

Príncipes eran los de antes

Es de creencia popular que si una mujer olvida una prenda de vestir o un accesorio en la casa de un hombre después de pasar una noche juntos es porque desea volver a verlo. Dejar olvidado algo en su departamento demuestra que estás plantando bandera: Yo estuve aquí. Cuando estés limpiando y descubras mi cinturón por ahí tirado, lo recordarás. Me recordarás.
Es por esto que cada vez que una de mis amigas tuvo uno de estos actos fallidos y se olvidaba un aro en la mesita de luz pasaba a presentar las disculpas pertinentes: Te juro que no fue a propósito. Daaaaaale. Si morís por volverlo a ver. Ya sé, pero nunca me rebajaría a que piense que uso una de esas tácticas tan viejas e inútiles. Hoy en día nadie te llama para decirte: "Oh! Mi bella dama, ha dejado olvidado su pañuelo perfumado entre mis sábanas. Permítame acercárselo hasta su ventana y ya que estoy por el barrio déjeme invitarla a una hermosa cena romántica".
Mi amiga tiene razón. Hoy en día abren el tacho de basura y lo depositan ahí sin dedicarte ni diez segundos en sus pensamientos. Otra posibilidad es que tus enseres queden olvidados en el fondo de algún cajón por las dudas, después de todo la pasaron muy bien ayer y tienen la esperanza de que el encuentro se repita.
Por eso, mi amiga, te recomiendo que la próxima vez que abandones su hogar hagas un recuento de tus cosas. El check list incluirá: Llaves, celular, aros, medias, cinturón, collar, saquito, campera y hasta las sandalias deberás pensar si te las llevás puestas, porque aunque nos encantaría que las cosas nos salieran como a cenicienta ya no hay hombres dispuestos a recorrer el reino en pos de devolvernos nuestro preciado zapatito de cristal.

Shhhhhhhhhh

"Uno es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras"

(No sé quien es el autor, era un filósofo?)

24 de diciembre de 2008

Esa amiga del alma

A la hora de hablar de mis amigas, siempre tengo que aclarar de quién hablo, las tengo de todos los tipos y lugares. Están mis amigas del colegio, que a su vez se dividen en las casadas y las del cuartel, también hablo de mis amigas solteras, de las del laburo, las de mi ex-trabajo y las de Brasil.
Con cada una de ellas compartimos distintas cosas. Con unas salimos hasta las 6 de la mañana y con otras a las 12 de la noche tenemos que cortar, porque las esperan los hijos y maridos. Con unas vamos a boliches y barcitos, con otras nos juntamos en una casa a comer algo rico. Con unas me voy de vacaciones y con otras he compartido muchos viajes en el pasado. Con unas me veo 3 veces por semana y con otras una vez cada 20 días o una vez al mes. Pero para mi son todas mis amigas. Porque con todas cuando nos vemos es como si el tiempo no hubiera pasado para nosotras y aún tuviéramos 15 años; porque cuando charlamos criticamos y opinamos sobre la vida de todo el mundo; porque cuando nos juntamos hablamos todas al mismo tiempo y a los gritos; porque cuando conversamos sobre hombres (no importa si es sobre el último saliente o sobre las dificultades de la convivencia) siempre llegamos a la conclusión de que la razón la tenemos nosotras; porque ellas saben de donde vengo, lo que viví, lo que pasé, lo que sufrí y conocen hasta mi pasado más oculto y yo lo sé todo de ellas; porque no importa si hablamos de espiritualidad, de psicología, de la ropa que me voy a poner el viernes o del granito que me salió en la frente, nunca nos quedamos sin tema; porque ante las preocupaciones de la vida todas escuchan, aconsejan y acompañan.
Por eso a mi no me importa el estado civil de mis amigas, ni la frecuencia con que las veo, solo me importa asegurarme de no perderme esos encuentros donde siento que puedo estar para las demás, porque salgo renovada y con la seguridad de que pase lo que pase no estamos solas.

21 de diciembre de 2008

Cocina 3 - Mery 0


Hay veces que uno quiere lucirse, quiere demostrar que sabe, que puede y que pasa? sale todo al revés. Debo decir que uno de mis fuertes es el arte culinario. Me encanta cocinar y he heredado la mano de mi abuela para la cocina. El problema es que a la hora de utilizar este talento para sumar puntos ultimamente no doy pie con bola.

- Cocino algo?
- No te preocupes, pedimos.
- Mejor hago algo rápido, van a tardar horas los del delivery.

Así damos comienzo a una sucesión de echos bochornosos: Pongo a hacer unas patitas de pollo y salen crocantitas por afuera, medio crudas por dentro. Muy educado las come sin chistar pero a los dos días le agarra gastroenteritis (aunque yo creo que no fue producto de la falta de cocción de mis patitas, pero bue) Siguiente oportunidad, hago una sibarita y me sale quemada (quien puede quemar una pizza congelada que solo hay que calentar??!!!) y la última es increíble: voy a hacer una ensalada de tomate, choclo y huevo. Rica, fácil, rápida. Solo hay que cortar el tomate, abrir la lata de choclo en grano y hacer el huevo duro. Con los primeros dos ingredientes no hubo problema, el tema fue que al momento de preparar el huevo duro, pongo la olla con agua a calentar y cuando estoy metiendo el huevo, me hablaron, me distrajeron y que hice? apliqué mi mejor técnica para romper el huevo en el borde de la olla y echarlo al agua como si fuera a prepararlo frito. Tarde piaste chiquita, el pibe piensa que no sos capaz de hacer ni un huevo duro.

Tendré que ir pensando cual será mi próximo movimiento en la cocina, para que la siguiente receta me ubique finalmente en el bando de las Chiquita Derquiaga y de las Maru Bottana.

14 de diciembre de 2008

Domingos de fútbol en familia

Hoy en mi casa se da uno de esos rituales a los que uno no puede dejar de asistir, a riesgo de quedar excluido. Se define el campeonato de fútbol y boca tiene la chance de salir campeón. Todos hemos sido convocados a la hora señalada para el momento en que se de el puntapié inicial.
Yo no soy de esas mujeres que odian el fútbol porque siempre fue parte de la rutina familiar. Mi papá es fanático y gracias a él el resto de la familia ha incorporado su pasión por ese deporte y por todos los otros que sean televisados. Mis hermanas pueden hablar y hasta ganarle al hincha más fanático de cualquier equipo de primera A, B o C. Conocen las formaciones, los cambios, los directores técnicos, la tabla del apertura, del clausura y del torneo de verano, están al tanto de los últimos pases entre equipos y juegan al prode con sus compañeros del trabajo. Creo que eso se dio porque papá siempre discutió con ellas de igual a igual, nunca les dijo la frase con la que suelen despreciarnos a muchas en épocas de mundial: "Sos mujer, no tenes idea de qué estas hablando".
Dentro de la rutina familiar participan mis sobrinos, que se tiran al piso a mirar el partido y ahora que está aprendiendo a hablar, mi sobrina más chica, que ya sabe decir gol, boca y penal, va y viene tratando de llamar la atención. Nadie queda afuera, mis cuñados y mis hermanos también se suman porque todos simpatizan con el equipo azul y oro. Mamá y yo, que somos las menos interesadas, solo disfrutamos por tener a toda la familia reunida. Nos ponemos al día con la charla, aunque más de una vez, durante los momentos más tensos del partido nos manden a charlar a la cocina así no molestamos con el murmullo. Durante el entre tiempo tomamos el té o arranca la picada, dependiendo el horario en el que se transmite el partido. Una vez que se reanuda el encuentro está prohibido pasar por delante del televisor, no vaya a ser cosa de que se pierdan tres microsegundos de una jugada. Así transcurren los 90 minutos más los 4 o 5 de tiempo suplementario, en medio de los gritos y el aliento hacia los jugadores, como si cada uno de mis parientes fuera el director técnico del equipo y estuviera sentado en el banco de suplentes en lugar de estar en el living de mi casa.
Lo que más me gusta de este ritual es que no importa cuantos puntos sume boca en la tabla, mi familia gracias al encuentro y al tiempo compartido sale ganando siempre.

10 de diciembre de 2008

Las dos caras de una realidad?

Como alguna vez ya dije a la hora de conocer a alguien, durante el primer tiempo todo es una cuestión de marketing personal. Mostramos lo mejor y el resto lo barremos abajo de la alfombra esperando que nadie lo note. Los hombres durante esta primera etapa nos llenan de flores y no me refiero a las que se compran en el puestito de acá en la esquina, sino esos halagos que te hacen sentir que sos realmente especial. Nos dicen que somos lindas, que estamos más buenas que comer con las manos, que agradecen a Dios por ponernos en su camino, que somos divinas, divertidas y que tenemos mucha onda. Tanta cosa linda nos hace pensar que... en realidad tanta cosa linda nos hace dejar de pensar.
No solo nos creemos toda la sarta de pavadas que nos dicen (aunque siempre tienen una parte de verdad, tampoco somos un escracho, no?), sino que además empezamos a creer que todo lo que nos venden sobre ellos es así. Nos dicen que son "casi perfectos, que hacen casi todo bien, que son honestos y cero piratas, divinos, divertidos" y unas cuantas cosas más que demuestran que tienen el ego por las nubes. Y nosotras qué? Les creemos esperando que la realidad no se aleje mucho de ese ideal que nos pintan.
Ahora la gran cuestion es: Cuando empiezan a mostrar la hilacha? Cuando empiezan a relajarse y descuidar los detalles? Hay cosas que nunca deberían perderse. Nunca deberían hacer pis con la puerta abierta, ni pasarnos a buscar con olor a chivo, ni eructar en nuestra presencia. Nunca deberían dejar de sorprendernos ni hacernos las propuestas más originales. Nunca deberían dejar de decirnos que somos las mas lindas y lo mejor que les pasó en la vida. No importa si te conoces hace un mes, dos años o toda una década. Aún así, el límite siempre es bastante complejo y nunca termina de quedar claro: Cuando hay confianza ¿se deben cuidar las formas o hay que hacer un monumento a la espontaneidad y por eso bancar cualquier cosa?

Orden en la sala, en el cuarto, en la cocina y en mi cabeza

Es increíble la cantidad de cosas que uno puede acumular en un año y medio de vida. Yo soy de esas que no tiran nada, quizá algún día las pueda usar en algo útil. Como si pensara que es posible que de pronto me convirtiera en una de las Chicas Express, capaz de transformar dos cintitas de colores, tres botones y un pedazo de cartón corrugado en un marco de fotos divino. Soy bastante inútil para las manualidades y ni siquiera mil horas de mirar el canal Utilísima podrán cambiarlo.

Yo soy de las mujeres que lo compran hecho y sino le pagan a alguien para que lo haga. No sirvo ni para clavar un clavo derecho. Un desastre.
Afortunadamente nací a fines del siglo XX donde no es requisito para una futura esposa saber coser, tejer y hacer muñequitos de masapán.
Habiendo reconocido mis limitaciones, descubrí que no tenía sentido tanta acumulación de cosas. Al fin y al cabo si no las utilicé durante más de un año, menos aún lo haría ahora. Me puse buena música, ropa cómoda y entré a clasificar: Lo que se tira, lo que se regala y lo que se vuelve a guardar.
Con las chicas muchas veces hemos hecho "Feria del Indigente", donde cada una lleva lo que no usa de ropa. Lo que realmente es imponible, porque paso de moda o porque ya está estirado, decolorado y con bolitas de lo que lo gastamos, se separa y se dona a alguna iglesia de la zona. El resto que está compuesto por lo que no nos animamos a usar porque eran demasiado canchero, demasiado de moda, demasiado lindo, o porque lo compramos influenciadas por los halagos de una diestra vendedora o tal vez porque no nos terminó de gustar cómo nos quedó, se reparte entre las presentes en cantidades iguales. Conclusión todas nos vamos con una bolsita entre las manos, contentas porque tenemos cosas "nuevas" en nuestro ropero, que ya había quedado medio vacío al sacar lo que aportamos para la Feria del Indigente.
Cada vez que empieza una nueva temporada me pregunto: Que usaba el año pasado en esta época??? Por Dios! con esta ropa no entiendo como me animaba a salir a la esquina. Es así que empiezo a mirar vidrieras con mayor cariño y calculando el modo en que lograré que mi sueldo alcance para verme como Valeria Maza, sabiendo que tengo el cuerpo mas parecido al de Gladys Florimonti.
Dicen que el orden exterior es un signo del orden interior. Un día de orden podrá entonces reemplazar diez sesiones de terapia o será algo complementario? La enorme cantidad de cambios emocionales de mis últimos días, serán culpa del estancamiento de energía y del desorden de mi estante de suéters y remeras? Supongo que al terminar de acomodar tendré la respuesta


(Aclaración: La imagen de este post es del blog http://annallenas.wordpress.com/2007/04/11/mis-cuadros/)

8 de diciembre de 2008

Fush fush

Ayer hablando con mamá sobre los cambios que pienso hacerle a mi departamento me comentó que una compañera de trabajo le había contado un montón de cosas buenísimas sobre Feng Shui. Aparentemente hay que dejar que la energía circule, no hay que ponerle freno a la energía y para eso hay que despejar la casa. No hay que acumular muchas cosas porque ahi la energía se atasca. Mis libros por ejemplo no deberían estar por todos lados, tendría que esconderlos abajo de la cama o en un ropero. Además no debería guardar cuanta pavada se ponga en mi camino porque tal vez algún día lo necesite. Hay que des-po-jar-se, para llenarse de energia.
Estuve haciendo un poco de orden para ver si ahora la cosa fluye y salgo de esta tara mental que no me deja estudiar.

4 de diciembre de 2008

Movidito, moviditoooooo

Fin de año siempre es una época movidita. Se vienen todos los festejos de fin de año, queremos hacer todo lo que nos quedó pendiente porque no pudimos o no nos animamos durante el año y ademas de todo eso, que nunca es poco, en mi caso hay que estudiar.
Necesito que los días tengan 40 horas. Odio tener que resignar cosas para hacer otras, pero a veces es invevitable, lamentablemente.