29 de enero de 2008

Home sweet home

Un día hace mucho decidí irme a vivir sola. Durante meses y meses fui ahorrando lo que podía mientras le daba vueltas y más vueltas a la idea. Hasta que un día dije: me mudo. Mientras mamá como siempre tenía solo palabras de aliento para mi nuevo proyecto, papá enseguida me empezó a aconsejar. "¿Para que te vas a mudar, si acá no te falta nada? Alquilar es tirar la plata, quedate unos años y ahorrá, después te sacás un crédito y te mudás a algo que sea tuyo". Él no solo pensaba en el bien de mis finanzas sino en su imposibilidad de asumir que le estaba llegando el momento de atravesar por el síndrome del nido vacío. Igualmente siempre concluía lo mismo. Lo mejor para mi era quedarme viviendo con ellos. No importaba que yo dijera que en este país nunca se sabe que puede pasar, quizá ahorro 5 años, consigo la base para sacar un crédito y después explota todo y mi plata no vale ni un boleto de bondi, nada me asegura que en el futuro pueda comprar algo. No importaba que yo pensara que ya era hora de demostrarme a mí misma que era lo suficientemente independiente como para hacerme cargo de mi vida. Realmente no me faltaba nada, me malcriaban, me mimaban, me charlaban, se preocupaban por mi, pero yo quería dar un paso mas.
Horas nos podíamos pasar debatiendo sobre la conveniencia o no de mi futura mudanza, pero la decisión estaba tomada. Me mudo. Encontré un departamento, junté mis cosas y me fui. Nunca me arrepentí.
Hoy a seis meses de que partiera de la casa de mis padres con mi ropa, mis libros y algunas cosas mas, descubro que mi casa es todo lo que siempre quise que fuera. Es un lugar de encuentro con mis amigas, donde todas se sienten lo suficientemente cómodas como para hacer lo que se les canta: mirar una revista, charlar horas y horas, pintarse las uñas, comer una picada, hacer maratón de Sex & The City, cocinar una fondiu con un grupo de candidatos o hacer un piyama party entre nosotras como cuando teníamos 12 años. Hoy mi casa es un lugar que siempre tiene sus puertas abiertas para la gente que quiero, pero también es mi refugio donde puedo estar sola, donde puedo pensar, donde puedo escribir, leer, mirar tele, estudiar, cocinar o pavear en la compu. Es el lugar donde puedo invitar a quien quiero para hacer lo que quiero cuando quiero. Mi casa es mi hogar. Si, soy una chica de su casa, porque queda feo decir que soy una chica de hogar.
Mi casa y todos los momentos en que la disfruto valen cada uno de los pesos que pago por ella y eso no lo cambio por nada.

27 de enero de 2008

El tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos...

Son muchos los signos que descubrimos del paso del tiempo. Medimos la vida de acuerdo con sus cambios. El paso del tiempo nos pega fuerte cuando sentimos que todos avanzan y nosotros estamos en el mismo lugar desde hace mucho tiempo. Una hermana se casa, una amiga tiene un hijo o encuentra un gran amor, otra es ascendida en el trabajo o se recibe en la facultad. Lo primero que hacemos es alegrarnos por ella, realmente la queremos y nos encanta ver que es feliz. Mas tarde o mas temprano terminamos aunque sea de modo inconsciente comparando sus avances con nuestra propia vida. Cómo resolvamos ese dilema determinará como nos sintamos con todo eso. Podemos ver los cambios que vive la otra como algo que le pasa a ella, que quizá en algún momento nos gustaría vivir aunque este no sea el nuestro o podemos meternos en el pantano de la comparación en el que mas nos enterramos cuanto más nos comparemos.
A veces miramos lo que le pasa a la otra como si fuera lo ideal y no vemos que cada etapa tiene sus propias dificultades, sus propios desafíos, su propia rutina, sus cosas buenas y malas.
El único modo en que aprovecharemos el paso del tiempo es si somos capaces de disfrutar al máximo la etapa que nos toca vivir, sin perder de vista nuestras grandes metas, trabajando para alcanzarlas con la seguridad de que todo llega para aquel que se esfuerza por conseguir lo que quiere.

25 de enero de 2008

Tanga vs Culotte

Un hombre llama, un encuentro surge de pronto. No hay tiempo para pasar por casa a arreglarse y comienzan las clásicas preguntas de rigor: ¿Tenes maquillaje? ¿Perfume? ¿Tas depilada? ¿Tenés tanga o culotte? Acto seguido una de las chicas pregunta ¿Te combina la tanga y el corpiño?...
Queeeeeeeee? Bastante que tengo una tanga como para preocuparme de que combine... Así mi amiga en cuestión pasa a explicar que ella no usa por ejemplo un corpiño negro con una bombacha marron o que el encaje no puede ir nunca con el algohodon.
Me despido de las chicas y mientras voy al encuentro de mi Date me doy cuenta acerca de cuanto expresamos con nuestra ropa interior. Si tenemos una buena salida y le tenemos fe nos ponemos un conjunto sexy o cuando ya salimos un par de veces de algohodon y estamos buscando llevar las cosas a otro nivel pasamos a las trasparencias.
Decidir usar un conjunto de leopardo por ejemplo no es un tema menor. Utilizarlo en la primera cita nos ubicaría en el grupo de las atorrantas pero elegirlo despues de unas cuantas salidas puede hacer que el muchacho se lleve una grata sorpresa y eso siempre suma.
No obstante la dedicación que pongamos en la elección todas tenemos que ser concientes de que hay hombres para todos los gustos. Están aquellos que prefieren la onda sexy de Nicole Neuman en las publicidades de Dulce Carola o la onda casual del culotte con dibujitos de Winnie Pooh.
Eso si, elijamos lo que elijamos, lo importante es que nosotras nos sintamos unas diosas. La ropa interior no va a ser lo que marque la diferencia. En esto como en todo lo que importa es la actitud.

24 de enero de 2008

Una palabra vale mas que mil actos

Nada peor que sentir que tenemos algo atravesado en la garanta y no ser capaces de hablarlo. Sentimos algo, intuimos, creemos, notamos, vemos señales o hay algo que nos hace pensar y nos deja con esa sensación de ahogo, de falta de aire. Sabemos que tenemos que hablar, que necesitamos decir lo que nos pasa, pero no queremos ser la clásica mujer que hace planteos. Nada peor que una planteadora. Nada peor que esas mujeres que de cualquier cosa hacen un mundo, que son demandantes y que no paran de exigir caprichosamente que el otro haga lo que ellas quieren. El problema es que para no convertirnos en una mujer planteadora directamente no hablamos de nada que pueda ser minimamente conflictivo. El solo hecho de etiquetar aquello que queremos decir como un planteo ya desmerece nuestros sentimientos, los descalifica. No son válidos porque son un planteo. Pero una vez más descubrimos que estas no son más que excusas. Nos escudamos en la posición de mujer independiente que la tiene clara y que sola puede resolver todos sus conflictos, pero en realidad no queremos hablar porque nos da pánico. Nos da miedo pelear, nos da miedo no obtener la respuesta que esperamos, nos da miedo admitir la verdad que negamos, nos da miedo afrontar la realidad. En definitiva nos da miedo que no nos quieran.
Por suerte a veces tomamos la decisión clave. Hablar. Eso que tenemos atragantado llega un punto que no nos deja respirar. Se convierte en una cuestión de vida o muerte y nos obliga a hablar. Es en ese instante de sinceridad donde uno habla de lo que le pasa, donde el otro escucha, donde hay un intercambio verdadero. Y más allá de que muchas veces no quedemos conformes con el pacto acordado, al menos descubrimos que fuimos capaces de abrirnos al otro y de mantener una conversación real, que fuimos capaces de comunicarnos y darnos a conocer. Es después de esos momentos de honestidad bruta cuando sentimos que podemos volver a respirar, cuando volvemos a encontrarnos con nosotros mismos y reconocernos en nuestros sentimientos, cuando quedamos en paz, aunque esa paz a veces deba convivir con el dolor de una realidad que no es la que hubiéramos querido para nosotras.

19 de enero de 2008

eNe - O. No... Basada en una historia real...

Decir que no, muchas veces cuesta. No queremos lastimar al otro y estiramos al máximo el temido no gracias, por esta vez paso. Solo dos letras que dichas a tiempo nos ahorrarían tanto.

Érase una vez, hace un tiempo atrás, en un país lejano de Sudamérica, una chica de vacaciones con amigas conoció un muchacho en un supermercado. Se chocaron, ella dijo “chiscúlpa”, él rió. No era brasileño, por lo que no hacía falta hablar en portuñol. Ella sonrió porque le hacía acordar al ex novio su amiga la peque. Cada uno siguió su camino, pero ese encuentro había dejado su huella en el hombre y por la noche, decidió encontrarla. Esto no fue difícil ya que en esa isla pequeña del atlántico no había otro lugar donde ir. En la playa nº 2, rodeados de coloridos puestitos de tragos, se cruzaron nuevamente. Conversaron, rieron. Él pensó: "Hoy se me da", mientras la muchacha buscaba con la mirada a sus amigas, pensando en un bombón que había fichado en la playa por la mañana, pero como muchas veces que necesitaba ser rescatada no las veía por ningún lado.
Este pobre individuo, que desconocía la imposibilidad de ella de rechazar ciertas atenciones le propuso una caminata por la playa. Era verano, brasil, noche, calor, salir a bailar en patas, las olas y el viento, sucundum. En fin, el contexto romántico perfecto. Ante la propuesta la niña en cuestión lo miró y pensó: NO (con mayúsculas, porque realmente no había chances de nada romántico entre ellos) pero su cerebro no emitió la orden indicada y se descubrió diciéndole al dobledelexdelaotra: "Bueno, dale, vamos". De pronto sin saber cómo ella se encontró caminando por la orilla, de la mano con alguien que ni siquiera le gustaba, pensando por qué no dije que No, mientras buscaba el modo elegante de volver a la seguridad de los puestitos de caipiriñas. Lejos de saber lo que pasaba por su mente, él viendo que ella se estaba mojando su pollera con el ir y venir de las olas que los alcanzaban, decidió caballerosamente protegerla y al mejor estilo Kevin Costner en El Guardaespalda salió al rescate y la tomó en sus brazos. La cosa iba de mal en peor.
¿Como termina la historia se preguntarán?. Él la depositó sobre una roca, alejada de la orilla para “conversar”, mientras con cada palabra buscaba la excusa para acercarse un poco más. Así fue, que al momento en que él la abrazó y se acercó, ella pensó se viene el beso, huyamos! Y dijo: "¿Volvemos?" La confusión en la mirada del candidato y la desilusión que se dibujó en su rostro, generó en la mujer un gran sentimiento de culpa y de pena: "Si tan solo hubiera dicho que no de entrada..."

Decir que no cuesta y mucho. Cuantas veces hemos dado el teléfono en el boliche pensando: voy a tener que filtrar todas las llamadas que provengan de numero desconocido. Cuantas veces hemos aceptado salir con alguien, para después rompernos la cabeza pensando una excusa para no asistir. Cuantas veces hemos dado un beso, buscando por todos los medios poner un poco de distancia para que no se repita. Cuantas veces pensamos: "¿Que estoy haciendo? ¿Quien me manda a mi a meterme en esta situación?" Miles.

Nos ahorraríamos tanto diciendo a tiempo un simple NO. Seamos conscientes que un SI ahora será luego un NO mucho más complejo.

Esas cosas que no pueden faltar en un karaoke

- La amiga caradura que arranca sobria a intentar cantar solo porque le pone garra.
- La competencia de canto entre varones y mujeres.
- El que con el tiempo agarra confianza y después no quiere largar el micrófono.
- La que es cantante profesional y como si no costara nada entona y llega a esas notas imposibles y que lo único que provoca es el odio del resto de los presentes, solo de envidia.
- El que jura que canta igual que Soda Stereo o Andrea Bochelli y por ese mismo motivo decide hacer todas las segundas voces que ni siquiera al cantante original se le habían ocurrido.
- Los alaridos desaforados de las chicas mientras cantan A quien le importa de Thalía, Nada de esto fue un error de Coti o Fuiste de Gilda.
- La aspirante a cantante que mientras le piden que haga un solo se niega, pero no pierde el tiempo y le quita el micrófono al último intérprete. La humildad ante todo, por eso se niega de palabra, pero busca el micrófono, no vaya a ser que la gente se arrepienta del pedido.
- Las mil caras y gesticulaciones que realizamos al ponernos en la piel de nuestros ídolos, porque cantamos con sentimiento, no importa si es Dady Yankee, Nestor en Bloque, Diego Torres o Julieta Venegas.
- La que canta pero se copa tanto que se olvida del micrófono y le canta al aire, por lo que le ahorra al público soportar sus desafinadas.
- El listado de clásicos que habían caído en el olvido y son recuperados gracias a la falta de renovación de la empresa de karaoke: A veces de Mambrú, Vete y pega la vuelta de Pimpinela, La guitarra de Los Auténticos Decadentes, Batido de Coco de un desconocido, No culpes a a la noche de Luismi.
- La falta de coordinación de los cantantes a quienes se les hace imposible unir la música que suena con las letras que van cambiando de color a modo de guía.

Más allá de la onda que tenga el Karaoke, que dependerá mucho de la pericia del animador y de las pilas que pongan los asistentes, lo que nunca, pero nunca puede faltar en un karaoke es la disfonía del día siguiente donde todos terminamos hablando como el Coco Basile y la alegría de habernos sentido en American Idol por un rato.

15 de enero de 2008

Manual básico de la primera cita (Just for men)

Esta entrada va dirigida especialmente a los hombres. Por hoy les escribiré solamente a ustedes. Si invitan a salir a una mujer ya sea porque la conocen en una fiesta, en un boliche, por Internet o más aún si es una cita a ciegas hay ciertas reglas de oro que no pueden dejar de seguir si quieren resultar airosos de esa prueba:

- Si me pasás a buscar en auto no me preguntes: A donde querés ir? Traeme el programa resuelto. Yo no te conozco y no sé cuanta plata querés gastar, ni qué estilo de lugares te gustan. Además me gustan los hombres decididos que llevan los pantalones en la relación, que proponen y sorprenden.
- Si me pasás a buscar caminando porque no tenés auto, no me preguntes: A donde querés ir? No me ubico en este barrio. Si hace falta fijate en google: "bares en palermo" o llevame en taxi a algún lugar que conozcas, pero por Dios traeme el programa resuelto. No tengo problema en caminar pero no me hagas decidir en la primera salida a donde ir, porque entenderé que ni siquiera te tomaste 5 minutos para pensar como conquistarme.
- Si ya me buscaste y llegamos al bar, siempre, pero siempre ofreceme si quiero picar algo para acompañar el trago. Tal vez tardé tanto eligiendo el atuendo indicado, maquillándome y planchándome el pelo para estar divina que no tuve tiempo de prepararme una milanesa con papas fritas y aunque me divierte tomar algo con vos soy humana y a esta altura de la noche: TENGO HAMBRE!!!!. Si seguís adelante con esta recomendación vas a evitar que llegue a mi casa a la una de la mañana a prepararme un Paty mientras calculo la cantidad de puntos que restaste por no estar atento a las necesidades de mi estómago.
- Si estamos conversando amablemente no mires la tele que está sobre mi cabeza. Ya sé que el fútbol te puede, pero si lo que están pasando es el último video clip de Chayanne sentiré que lo que digo no te importa un cuerno.
- Si hablamos sobre lo que hacemos durante el fin de semana, no me cuentes de tus últimas conquistas, de las partusas con locas que te mandás con tus amigos y menos aún sobre tu ex, a la que recurrís cuando no pescaste nada a las 5 de la mañana. Aunque seamos unas ingenuas nos gusta pensar que sos diferente y que no sos un hombre como cualquier otro.
- Si te hago una pregunta para sacar tema, no vale que contestes con un simple Si. No. No sé. Están prohibidos los monosílabos. Si vas a salir conmigo la idea es que rememos los dos para pasarla lo mejor posible, aunque eso implique conversar sobre el clima, sobre mis sobrinos o sobre el conflicto gremial de aeroparque. Ponele garra y sacá tema de donde sea que allí estaré yo para lograr que la charla se torne fuida.
- Si estamos tomando algo lo mínimo que podés hacer es demostrar que estás pendiente de que yo la pase bien. Gestos tan simples como llamar a la moza para no esperar años a que nos atiendan, volver a llenar mi vaso (aunque ni me di cuenta de que me bebí casi toda la cerveza), preguntame si quiero otro trago, ofrecerme picar algo, pedir sal, servilletas, hielo, sugerirme elegir algo de la carta de postres, y este tipo de nimiedades son todas cosas que suman. Siempre.
- Si vamos a ver un DVD con vos y nos dejamos olvidado en tu casa la película que me prestó una amiga, por favor devolvémela, aunque no quieras volver a salir conmigo. Se la podés dejar al portero. Demostrá al menos que aunque no congeniamos no salí con un chorro.
- Si me dejás en mi casa y yo saco las llaves una cuadra antes, mientras bostezo o te relato lo complicada que viene mi semana, no amagues a darme un beso. Nos ponés a los dos en una situación incómoda. Y menos aún te autoinvites a subir a mi departamento. Aunque vivo sola todavía elijo a quién invito y el hecho de que no te lo proponga no es porque soy una puritana o porque me da vergüenza. No te sugiero que pases porque no se me canta la gana. Tan simple como eso.
- Si te gusté, aunque no hubo ni siquiera un beso y considerás que igualmente hubo conexión, mandame un mensaje de texto con cualquier excusa o simplemente para preguntar como me está yendo en la semana. Si la buena onda fue recíproca te voy a contestar dejando abierta una pregunta para que el diálogo continúe. Ojo quizá te sorprenda yo con algún mensajito diciéndote lo bien que la pasé.
- Si después de la primera salida no te contesto las 5 llamadas perdidas y los 10 mensajes de texto es porque no me quedé con las ganas de un segundo encuentro. No sigas insistiendo. Voy a terminar accediendo a otra cita solo porque no sé decir que no, para arrepentirme luego por los siglos de los siglos.
- Si finalmente soy clara y te digo que no quiero salir con vos en los próximos días porque estoy ocupada no me hagas planteos de novio, ni me digas: que fue lo nuestro? solo sexo y nada más?. A ver si se entiende. Solo salimos una noche, tengo una vida y quiero vivirla. Y cada vez me doy más cuenta de que es sin vos porque los planteos y reclamos solo los acepto de aquellos a quienes decidí darles la potestad para que los hagan. Es decir es un atributo que no corresponde que te adjudiques.

Querido hombre: encarecidamente te pedimos solamente un poco de caballerosidad y una buena conversación. Sabemos que no abundan hoy en día, por eso nosotras, tus salientes, te valoraremos aún más cuando te presentes con estas características.
Si estás buscando una segunda salida o algo más demostrá tu interés. De tu recompensa nos encargamos nosotras.

12 de enero de 2008

No estarás sola

Sentada en mi balcón con la compu frente a mi, publico una entrada en mi blog y me quedo pensando en la vida. Me sirvo un mate y fijo la vista en el horizonte. El sol se esconde a lo lejos dentrás de los edificios y pinta el cielo de miles de colores. Presto atención a la música que sale desde mi computadora y suena esta canción... Gracias Ismael.



No estarás sola,
vendrán a buscarte batallones de soldados
que a tu guerrilla de paz se han enrolado.
Y yo en primera fila de combate
abriendo trincheras
para protegernos, mi guerrillera.

No estarás sola,
te saludarán a tu paso en mil idiomas, con mil lenguajes,
la gente a la que despertaste en cada viaje,
los que dormían en las calles,
a los que preguntaste,
por su esperanza, por su desastre.

No habrá distancias
que no cubra cualquier hombre que te busque.
No habrá rincón en que tu nombre no se pronuncie.
No habrá misterio o duda en que tu presencia no luzca,
faro solidario en ausencia de paz,
en tiempos difíciles Estrella Polar.

Sola nunca, nunca estarás.

No estarás sola,
siempre habrá quien se parta en dos en cada despedida,
quien te de aliento cuando te des por vencida.
Tu revolución llenará sonrisas,
yo la incorporé a mis aperos
de trabajo, a mi vida.

Clava hoy tus raíces en mí.
Quién pudiera retenerte en Madrid.
Visitaremos lugares a los que hemos
ido antes juntos,
antes de conocerte,
antes de encontrarte.

No estarás sola,
siempre habrá quien te ayude a hacer las mudanzas,
quien te regale manos, flores, presencias sin pedir nada.
Y allí estaré para amarte,
y aunque no esté,
allí estaré para amarte.

No estarás sola.
No, no estarás sola.
No estarás sola.


Se hace camino al andar

Hoy pienso que la vida es como una carrera de postas. Hay veces que sentimos que vivimos en etapas: la etapa de estar de novia, la etapa de compromisos, la etapa de decidir, la etapa de estar desocupado, la etapa de estar tan ocupado que no tenemos un minuto para nosotros, la etapa de estar sola, la etapa de ponerse las pilas y resignar todo por el estudio, la etapa de salir y descontrolar, la etapa de conocer mucha gente nueva, la etapa de resignar lo que queremos y abrasar lo que quiere el otro, la etapa de estar tranquila y meditar y meterse para adentro, la etapa de trabajar y trabajar y trabajar, la etapa de afrontar el dolor o la enfermedad, la etapa de festejar o la etapa de duelo.
Muchas veces no nos gusta la época por la que nos toca pasar. Muchas veces queremos saltearnos estos momentos hasta un lugar en el futuro en el que estemos mejor o volver al instante anterior en que todo parecía estable y seguro.
Hay situaciones donde estamos tan, pero tan cansados que pensamos que no seremos capaces de llegar hasta el siguiente punto del camino, no solo porque no lo conocemos sino porque no sabemos cuan lejos está. Hay momentos en que estamos tan, pero tan confundidos que parece que no seremos capaces de tener una sola idea coherente que sea realizable y posible y que le traiga un poco de lógica a nuestra vida.
En esos tiempos creo que lo único que nos puede sostener y nos puede conducir es la certeza de que todo pasa, de que la próxima parada estará llena de momentos felices o al menos de momentos de disfrute. Pero por sobre todo creo que lo único que nos puede sostener cuando nos falla la fuerza para seguir es la mano de un amigo, de la familia o de las personas que más nos quieren. Saber que caminamos por un sendero de piedras pero que no estamos solos para atravesarlo hace de nuestro camino una ruta más transitable.

9 de enero de 2008

En la variedad está la diversión

Un viaje con amigas empieza siempre con la esperanza de concretarlo. Digo esto porque no es fácil encontrar un lugar acorde con las expectativas de un grupo de mujeres solteras que hace una década han abandonado la adolescencia: buscamos un lugar que sea tranquilo para descansar después de un año complicado, pero que tenga joda, sea divertido y se pueda salir a la noche; que haya gente de nuestra edad o más grande porque no da eso de sentir que estamos en un jardín de infantes; que tenga lindos paisajes y cuanto más lejos mejor porque esta es la época ideal para viajar y conocer el mundo, pero que cueste baratito porque entre mudanzas y proyectos personales sólo tenemos tres pesos con cincuenta; que tenga playa para tirarnos a tomar sol, pero que posea circuitos culturales porque tantos días echadas como morsas nos aburre y hay que mantener la mente activa, además del cuerpo divino y bronceado. Por eso, como decía no es fácil encontrar un lugar que cumpla con las expectativas de todas. A veces es imposible conseguirlo y otras descubrimos casi sin darnos cuenta que estamos embarcando en Buquebus, viajando en ómnibus o despegando en el avión hacia el rumbo elegido.

Un viaje con amigas incluye a la que llega tarde a hacer el check in; a la que trae no solo toda la ropa que había en su ropero sino todo aquello que compró porque no tenía qué ponerse; a la que viene acompañada de toda la parentela para despedirla como si se estuviera yendo por cinco meses cuando en realidad la semana que viene ya está de vuelta; a la que se marea sobre cualquier medio de transporte y sufre durante ocho horas por no haber traído la pastillita que consigue que su estómago se quede en su lugar; a la que siempre se queja de que el hostel es muy lindo pero muy lejos o muy feo si queda cerca, de que el sol está muy fuerte, de que la comida es horrible, de que el café parece de hace cuatro días y de que los hombres se hacen todos los cancheros porque ninguno nos da bola.
Cuanto más grande es el grupo que se embarca mayor es la disparidad. Nunca falta la amiga que cuando está cansada hace chistes y molesta mientras la otra pone su peor cara de perro intentando intimidarla, cosa que por supuesto no consigue; la que hace su vida, lee, mira el mar, medita y que, aunque no lo parece no se pierde una y recuerda absolutamente todo lo que ocurrió durante el viaje; la que hace de contadora aunque no lo sea de profesión y junta la plata de todas, divide, calcula la propina y explica mil veces cómo es posible que pague lo mismo la que comió el pato a la naranja y la que comió una ensaladita de lechuga y tomate; y por supuesto nunca falta la que se divierte jugando juegos de mesa y se aprovecha de las novatas que recién arrancan para ganarles todos los fosforitos que apostaron.
Si cuantificáramos una aventura como esta diríamos por ejemplo que 1 viaje de 6 amigas es = a 150 kg de ropa + 20 lts de crema humectante + 34 collares para compartir + 4 libros para las tardecitas de ocio + 54 rondas de mate + 3 jarras de clericó + 198 caipiriñas + 5 caminatas por la playa + 985.498.754 horas de conversación + 8 partidos de podrida + 0 peleas.

Un viaje con amigas se convierte siempre en una experiencia distinta a todas las anteriores ya que depende del destino, de las ganas, de la cantidad de días, del clima, del alojamiento, del número de veces que utilizamos la seña "despejame el área", de la onda de las fiestas, de la gente y de los vecinos de cuarto. Eso si, lo que tienen en común todos los viajes con amigas es que cada uno de ellos nos hace ver que somos distintas y que cada una tiene algo que aportar para que el viaje sea inolvidable, porque en la variedad está la diversión.

4 de enero de 2008

No soy petisa, miro la vida desde otro punto de vista

SER PETISO, HOY

Voy a tratar de hacer esta historia lo mas corta posible. Espero no alargar demasiado. Si estás corto de tiempo, hacete unos minutos para leerlo. Eso si, no quiero caer tan bajo con el chiste fácil, así que díganme “alto!” si ven que me paso.
“Soy petiso, pero me la piso”, “lo bueno viene en frasco chico”, “es mejor petiso rápido que alto tontón”, “mas vale petiso en mano que alto volando”, “en casa de petiso, cuchillos de altos” son algunos de los dichos mas populares sobre nosotros, los petisos. Aún así, como hay frases optimistas, están las negativas: “Tarzán de maceta”, “chichón de suelo”, “el petiso se tiró un pedo, porque levantó tierrita del suelo”.
Sin embargo, nosotros estamos orgullosos de ser la mitad que otros en estatura. No sufrimos la falta de aire, excepto en un colectivo repleto, pero lo que menos queremos en ese instante de “Scrum” de culos ajenos en rostro propio, es respirar algo.
Nunca me tragué el marco superior de la puerta, ni me llevé puesto la araña encendida que cuelga en el comedor de mi abuela. Mucho menos un avión tuvo que esquivar mi oreja ni Dios me pidió que me tape la boca al estornudar que sino le vuelo las nubes. No señor!
Si algo nos caracteriza, además de el aspecto físico, es el sentido del humor. Rara vez un petiso tendrá mal humor. Recuerdo a “el mentira” Jimenez -le decíamos así porque tenía las patas cortas- cuando se recibió de locutor, consiguió trabajo en una radio y la primer frase que dijo fué: “Bajame la música” y toda la radio echó a reír. O a “muestra gratis” Saltoniani junto con su banda “los del metro, sesenta” que decían que tocaban la música “a su medida”, que por cierto, era de muy bajo nivel. Me viene a la memoria también “el chato” Esteves, que siempre tiraba latiguillos cuando le hablabas como: “No me cabe la menor duda”, para después añadir “y en un metro cinuenta qué querés?! No cabe nada!”. Mejor aún, cuando contaba su paso por la colimba¹ que nos decía entre muecas y risas:
-El Comandante Ocampo me odiaba por ser petiso, cada vez que el decía cuerpo a tierra, yo saltaba. Y cuando me decía: -”Cabo Esteves, qué hace saltando? Baje al piso!” Yo le contestaba: -”Más?”
Qué será de la vida del “cortina” Cardozo. Recuerdo el día que estaba de novio con “la climática” Rodriguez -Blancanieves como le decíamos nosotros. Él medía un metro sesenta y ella dos metros diez. Y siempre que le decíamos -”y? qué tal la relación” respondía -”en horizontal medimos igual”.
Lo mejor de los petisos es que, como los Snurfs, van en patota. Y no solo eso, sino que siempre hay un Gargamel (pero bueno) en el grupo. Ese que compra las entradas en las elevadas ventanillas, el que toca timbre, el que va al arco, ese.
Van a boliches, bares, restaurantes, todo en “pequeños” grupos, pero no de cantidad, sino medido en metros. Y vayan a donde vayan, aunque la fiesta sea mala, al salir se les oirá decir: “Faaaa… Alta fiesta!”
En que andarán el mentira, el chato, muestra gratis, cortina… Seguro estarán haciendo grandes cosas. Citando a un grande entre los grandes, no me cabe la menor duda de eso.
Yo acá seguiré trabajando de inspector de zócalos y juntando dinero para al fin comprarme mi pecera para hacer buceo, aunque me quede corto de dinero. Siempre con la frente en bajo, para no faltarles el respeto a mi raza, porque ser petiso no es una bajeza.
Y si algún día vas caminando por el centro, todo altanero, como mirando por encima a los demás, mirá para abajo, dale. Que seguro va a estar este petiso estrechándote la mano. Pero no para saludarte, sino para que lo cargues en brazos, es que con las piernitas cortas, caminar cansa más de lo debido.
Corto y fuera!

Aioz.-


Esta entrada la copié de otro blog, al que llegué de casualidad. Les paso el link por su quieren chusmear. http://ircopcito.wordpress.com
De más está decir que lo publico porque me sentí completamente identificada.

3 de enero de 2008

Brindo porque sino olvido los motivos porque brindo

Alzo mi copa y brindo con ustedes por lo que me dejó el 2007...

Si tomara un trago de mi copa por cada momento que disfruté durante el 2007, por cada momento que me hizo crecer, por cada uno de los logros que obtuve...
Si tomara un trago de mi copa por cada una de las veces que mi deseo de fin de año se hizo realidad, por cada una de las veces que terminé tentada de la risa, por cada lágrima que derramé y que me hizo más fuerte...
Si tomara un trago de mi copa por las veces que me sentí más vieja pero con más experiencia, por cada charla profunda con las chicas, por cada vez que sentí que superaba mis miedos...
Si tomara un trago de mi copa por cada situación que me hizo querer más a mi familia, que me llevó a pensar lo afortunada que soy por haber nacido entre ellos sin haber hecho nada para merecerlo...
Si tomara un trago de mi copa por cada día que me desperté feliz de vivir sola, por cada reunión que hice en casa y que me dejó mil vasos para lavar y la satisfacción de ver cómo la gente disfrutaba mi casa tanto como yo...
Si tomara un trago de mi copa por cada momento en que me sentí una femme fatal, por cada vez que simplemente me sentí fatal y que igualmente pude poner una sonrisa, por cada momento en que pude relajarme y disfrutar...
Si tomara un trago de mi copa por todas las situaciones en las que sentí que en el laburo pude salir victoriosa frente a los desafíos que se me presentaban y por cada una de las veces en que sentí que se valoraba mi trabajo...
Si tomara un trago de mi copa por cada elección que tomé y que me llevó a conocerme más y a saber qué es lo que quiero, por cada vez que pude mirar mi pasado y seguir aprendiendo con él cómo tengo que vivir mi presente y cómo quiero encarar mi futuro...
Si tomara un trago de mi copa por cada tara que superé, por cada vez que me sentí libre, por cada segundo en que me sentí yo misma...

En definitiva, si tomara un trago de mi copa por cada uno de esos momentos que viví durante el 2007 serían tantos los tragos que tendría que beber que me emborracharía como una cuba, para decirlo literariamente, o me pondría en pedo mal, para decirlo y que se entienda... por suerte no soy de mezclar así que si tomara todos estos tragos, al día siguiente no tendría nada de resaca.