31 de marzo de 2008

Ni lo uno ni lo otro. Las dos cosas.

Ultimamente he notado que hay un montón de sentimientos y pensamientos que no es correcto que una mujer exprese en voz alta. Si digo que estoy triste porque no tengo novio pensarán que estoy desesperada por enganchar lo que sea; si digo que envidio a mi ex por haber alcanzado algunas de las cosas que yo sigo sin lograr, pensarán que no tengo superada nuestra historia y sigo pensando en él; si digo que quiero tener sexo, sin abrazos ni amor, simplemente sexo del bueno, pensarán que soy más fácil que la tabla del uno por lo que no soy material potable para algo serio; si digo que me gustaría tener un hijo pensarán que me dejo influenciar por las presiones que sufren las mujeres de mi edad.
Si quiero algo serio soy medio patética porque no puedo disfrutar el descontrol y la libertad de la soltería y si quiero aprovechar que no tengo que rendirle cuentas a nadie para hacer lo que se me cante con quien se me antoje paso a convertirme en una cualquiera.
A veces es agotador tener solo pensamientos y sentimientos socialmente correctos. Me agota tener que decidir de que lado me quedo, resolver que tipo de mujer soy, ¿no puedo acaso ser las dos cosas? Soy una mujer que disfruta su soltería pero que podría llegar a ser una buena esposa y una buena madre. Solo soy una mujer que tiene anhelos y deseos como todas las mujeres del planeta. ¿Tan malo es eso?

30 de marzo de 2008

No fue un domingo cualquiera.

Hoy es uno de esos días de paz que vienen después de la tormenta. Un día productivo. Ojalá pueda hacer que fueran todos así. Almorcé con mi familia en una parrilla de Palermo y después trabajé de tía. Acompañé a mi hermano mayor con mis cuatro sobrinos a los bosques de Palermo. Alquilamos bicis y un carromato y nos dedicamos a pedalear, jugar carreras y esquivar niños y adultos, que como nosotros disfrutaban del domingo de sol. Terminé con un dolor terrible en los gemelos, producto de mi falta de estado físico y con una gran alegría de haber disfrutado de un programa distinto con los chiquitos. Después, en casa estudié un par de horas y escribí para un curso que estoy haciendo de creatividad literaria. Por eso pienso que fue un día muy productivo y nada me puede sacar esta sensación de sentirme feliz con mi vida. Ni las últimas noticias de quien fuera en otro tiempo una de las personas mas importantes de mi vida, ni la inexistencia de un novio, ni la falta de una familia propia, cosas que ultimamente me tiraron para abajo.
Hoy, una vez más, comprobé que el foco tiene que estar puesto en disfrutar de esas cosas a las que ya estamos acostumbrados o que elegimos en esta etapa: un almuerzo, el sol, compartir, estudiar lo que nos gusta, escribir, la familia, charlar y saber que hay un lugar al que perteneceremos siempre. Todo lo demás pasa.

22 de marzo de 2008

Eso que tiene el campo

Un fin de semana en el campo es completamente diferente a cualquier fin de semana en la ciudad. Uno vuelve con esa sensación de aire renovado, de haber cambiado de ambiente y haber despejado la mente.
Un fin de semana de campo implica comer como cerdas, dormir como morsas y charlar como cotorras.
Los asados en el campo tienen ese gustito diferente, unos dicen que es la carne, otros que es la leña, pero lo cierto es que no hay nada mejor que unos buenos asados, tomarse el tiempo para prepararlos y hacer las ensaladas, sentarse frente al fuego con una cervecita o un trago y charlar pavadas. Comer el asado es casi tan importante como su elaboración, implica elegir el mejor pedazo cada vez que pasa la bandeja, guardar un lugarcito para el matambrito que tiene una pinta terrible, el aplauso para el asador, comer otro pedacito de tira aunque parece que estas por reventar. Hay otros momentos relevantes vinculados a la comida como el cafecito después de comer, las galletitas a cualquier hora, el mate del atardecer, los alfajores pasadas la media noche para acompañar el trago que venimos tomando hace rato, las manzanas con dulce de leche que no comías desde que eras chica, las picadas y las pizzas.
Pero no todo es comestible. También hay lugar para los juegos de cartas, el dígalo con mímica, el rato de lectura en el sillón, si el clima acompaña tomar sol en la pileta y si hay hombres también incluyen el fulbito, el tenis, las bochas y cuanto juego exija un poco de ejercicio físico, mientras nosotras los miramos y pensamos: Que fiaca!! por que no se quedan quietos? y aprovechamos para chusmear y tocar todos esos temas que no hemos podido hablar en su presencia.
Hay otro momento sagrado en el campo del que no hay que olvidarse: La Siesta (sí, con mayúscula). ¿Que sería de una tarde de campo sin una buena siesta?. Esas que duran horas, que se duermen sin apuro y sin horarios, sin reloj y sin tiempo. Uno de los máximos placeres.
Más allá de todo esto, como sabemos la siesta, la comida, la bebida y los juegos dependen siempre de la buena compañía. Pueden ser amigas de toda la vida o amigas de las últimas que entraron en nuestra vida, pueden ser también amigos nuevos y conocidos que nunca sabemos cuando volveremos a ver. La onda del grupo es fundamental. Solo se disfruta cuando todos están para eso, cuando todos festejamos los chistes, aunque sean de un humor muy negro al que hay que acostumbrarse. Se disfruta cuando todos se ríen con vos y de vos, cuando te ponen sobrenombres nuevos o te cuentan sus últimas aventuras y sus anécdotas más viejas, cuando discutís de temas profundos como las relaciones humanas y de temas complejos como el sexo, cuando te hacen partícipe de sus códigos o se crean nuevos códigos. Se disfruta con amigos y yo me siento agradecida de tenerlos y de que sean generosos conmigo, que compartan sus instalaciones, sus chistes y sus vidas.
Por eso al volver estoy contenta y aunque estoy cansada y tengo sueño, pienso: Que suerte que fui y ojalá que no se corte.

15 de marzo de 2008

¿Un sueño hecho realidad?

Matemos al príncipe azul. Así iba a comenzar esta entrada. Basta de sueños y de pensar que ahí afuera hay un hombre que ya me fue asignado desde los siglos de los siglos. Hay que aceptarlo, no existe el hombre ideal. De esto estaba escribiendo cuando se me vino a la mente la clásica canción de la Bella durmiente, célebre película con la que alimentaron nuestros sueños infantiles:

Eres tu mi príncipe azul que yo soné
Eres tu, tus ojos me vieron con ternuras de amor
y al mirarme así, el fuego encendió mi corazón
Mi ensoñación se hará realidad y te adorare
como aconteció en mi sueño ideal


Y al compás de este vals del amor mis esperanzas resurgieron cual ave fénix y recuperé las ganas de que llegue un caballero sobre un corcel blanco a rescatarme de los males de la vida…¿ por qué nos tenemos que conformar con menos que uno de esos amores de telenovela? Años de Andrea del Boca, Luisa Kuliok y Grecia Colmenares nos hacen pensar que es posible encontrar a la vuelta de la esquina un hombre que conquiste nuestro corazón y luche por nosotras como hicieron Gabriel Corrado en Perla Negra, Fernando Carrizo en Abigail o Gustavo Bermudez en Antonella
Yo quiero a mi príncipe, no me importa si azul, verde o violeta. Prefiero seguir soñando… lástima que ya no tengo a mano un programa como el de Berugo Carámbula para que me digan: Los sueños, sueños son, pero acá se hacen realidad!

6 de marzo de 2008

El orgullo de ser la nieta de...

Esta semana Papapo cumplió 80 años. Papapo mi abuelo materno, un hombre que para mi siempre fue inaccesible, que estaba muy lejos de ser el abuelito de Heidi. Cuando éramos chicos con él todo era disciplina; no se podía andar en patas; no se podía gritar demasiado, porque él dormía la siesta; había que comer sin hacer mucho ruido, porque en la mesa de los grandes él estaba hablando de cosas muy importantes. Los almuerzos de los domingos eran eternos y no podíamos levantarnos a jugar hasta que los mayores no coman el primer plato, segundo plato, postre y café. Nos perdíamos las mejores horas de sol para estar sentados tirándonos pan de contrabando y pidiendo cada cinco minutos permiso a mamá o a nuestras tías para ir a meternos a la pileta. Finalmente hartas de luchar para que nos quedemos quietos y nos comportemos como los adultos que no éramos nos dejaban marchar, aunque siempre nos acompañaba alguno de los grandes porque teníamos prohibido estar en la pileta sin supervisión.

Esta semana Papapo cumplió 80 años y me di cuenta de cuanto lo quiero. Cambió muchísimo. Con el paso de los años decidió dejar de ser tan rígido y aprendió a disfrutar a sus hijos y nietos. Creo que con la llegada de los bisnietos comenzó la transformación. Fue un bisabuelo relativamente joven. La ternura de la tercera generación lo hizo ablandarse y empezamos a ver gestos de cariño que nunca habían sido dirigidos hacia nosotros. Y así por la grieta que se abrió entramos todo el resto de la familia y la relación empezó a cambiar.
Esta semana Papapo cumplió 80 años y pidió la palabra al terminar la comida. Se aseguró de que estuviéramos todos y empezó a hablar. Nos contó que había tenido una infancia muy feliz, pero que su padre murió cuando tenía 12 años y nunca aprendió lo que era el diálogo. Que nunca había sabido como acercarse simplemente a charlar, pero que siempre quiso estar presente siendo como un ángel guardián para nosotros, asegurándose de que nada nos falte.
Mi abuelo, es un médico pediatra excelente, un hombre honesto que con todas sus limitaciones aprendió que nunca es tarde para cambiar. Por eso a los 80 años pudo pedir perdón por sus errores y decir por primera vez que nos quiere mucho y que se siente orgulloso de la familia que deja (5 hijos, 14 nietos y por ahora 5 bisnietos).

El otro día Papapo cumplió años y me hizo descubrir que estoy muy orgullosa de que sea mi abuelo.

2 de marzo de 2008

¿Amar al otro o amar al amor?

Ayer tuve salida. Casi cita a ciegas. Ya habíamos charlado por msn y nos habíamos visto por fotos. Estuvo bien. Ahora empiezan las dudas. ¿Gustó o no gustó? Hubo muy buenos momentos en la salida, pero un clásico: no sé si me gustó el hombre en sí o lo que el hombre representa. Fuimos a comer, buena charla y después al cine. Hacía dos años que no iba al cine con alguien que no fueran las chicas. No había notado cuanto extrañaba ese programa de novios. A mis amigas las quiero mucho pero es completamente diferente estar allí sentada pasándola bien con un muchacho, compartiendo sugus o pochoclo, riendo o llorando según el relato lo amerite.
También me di cuenta de cuánto extraño el contacto relajado que se da cuando uno se siente en confianza. Extraño esos abrazos donde uno descansa en el otro, donde no hace falta llenar el silencio con palabras, donde uno se sabe querido realmente. Extraño la intimidad de estar con alguien que uno ama.
Supongo que por eso es tan fácil cuando uno conoce a un nuevo candidato enamorarse del amor y no enamorarse del otro. Es tan fácil dejarse llevar por las ganas de estar con alguien, dejar de lado lo que quizá no convence, no prestar atención a las cosas que no cierran. Pero enamorarse realmente es una cuestión de tiempo y de conocimiento. También creo que enamorarse es una cuestión de reciprocidad en el querer. Solo me puedo abrir realmente si veo que del otro lado está pasando lo mismo. Por eso quizá no me enamoré de ninguno de mis salientes, porque aún con aquellos que lo fueron por un largo tiempo no se dio la confianza y el intercambio necesario para que vuelva a amar.
Una nueva salida, un nuevo dilema que solo con el tiempo se resolverá.

1 de marzo de 2008

Noche de estudio

Miedo. No. Panic Atack. Si. Son las 12.36 de la noche. Rindo mañana a las 9.00 am. Tengo que seguir estudiando, pero tengo la cabeza en cualquier parte. Justo hoy no quiero estar acá... me gustaría estar en otro lado, con un poco de compañía, una película, lluvia, un vino, cosas ricas y sonrisas. A veces sería tan lindo poder dejar de lado la realidad, los pensamientos, la cabeza, pero no se puede y hay que ponerle el pecho a la situación y rezar para que salga todo según nuestras expectativas. Espero tener un poco de apoyo del de arriba y que se cumplan mis pedidos... menos mal que mamá ya prendió la velita a los santos, a ver si la cábala consigue lo que no han logrado mis esfuerzos por mantenerme sentada ante los apuntes.