29 de noviembre de 2007

El sabor del encuentro

Una mesa nos convoca. Siempre. Juntarnos a comer, a tomar el té, a picar algo. Mesa de comedor, de restaurante o simplemente la mesa ratona de un living cualquiera. Generalmente nunca cocinamos. Somos mujeres modernas, ocupadas, trabajamos, estudiamos, nos encargamos de la casa, de maridos, hijos, novios o en caso de ausencia de los mismos de mantener nuestras vidas sociales lo suficientemente activas para que en algún momento lleguen. Por eso el delivery es nuestro eterno compañero cuando el lugar de reunión es una casa.

No es fácil coordinar un encuentro. La falta de tiempo y los múltiples compromisos atentan contra nuestras agendas y contra el servidor de nuestro trabajo que se ve invadido de miles y miles de e-mails con propuestas de horarios y días. Es complicado mantener una conversación entre varias mujeres y mucho más realizarla vía mail. Están aquellas que contestan con un simple yo voy; cuentenme para comer; una de carne y una de jamón y queso y están aquellas que hacen un testamento comentando que llegarán tarde porque tienen que pasar por mil lugares previamente, explicando los motivos por los que está a régimen así que se lleva su tuper; hablando de su mal humor por vivir corriendo o simplemente diciendo en 5000 caracteres las ganas que tiene de que nos juntemos, que hace mucho no lo hacemos, que no se corte, que la amistad hay que mantenerla viva, que no vale juntarse a la hora del té porque algunas tenemos horarios mas estrictos y nos perdemos el encuentro, etc. etc. etc.

Estos e-mails que son solo el primer paso hacia el encuentro incluyen muchas veces mensajes personalizados: Fulana llevame el vestido, Mengana no te olvides el libro, Sultana como te fue en tu evento? Eso si, aquella que realiza mensajes personalizados se asegura de escribir uno a cada una de las integrantes de la cadena. No es cuestión de que alguna se sienta marginada, olvidada y dejada de lado. Al hablar de cadenas organizativas no puedo dejar de mencionar la actitud de otro espécimen de mujer que no trabaja las 24 hs. frente a la computadora y que por lo tanto al ingresar a su casilla gratuita encuentra 1.635.489 mails y ya sea por vagancia para leerlos todos o por simple enemistad con el mundo virtual (quise poner leer y apreté borrar todos) siempre se entera de la mitad de las cosas y contesta cualquier mail, nunca el último, indicando: No entendí... entonces nos juntamos el miércoles a las 10? Acto seguido se produce una lluvia de correos electrónicos, entre las distraidas de siempre y las que intentan poner un poco de orden al caos provocado anteriormente.

Después de miles y miles de idas y vueltas llega el día. No importa si finalmente estamos las 8, las 15 o solo las 4 o 5 que consiguieron ponerse de acuerdo. Lo importante de esa tarde, noche o mediodía es que con el primer hola comienza un encuentro único, porque cada encuentro lo es. Y repetimos de este modo el ritual de siempre. Charlar todas al mismo tiempo, intentar poner orden cuando nos interesan más de tres conversaciones a la vez. Hasta dos podemos escuchar en simultáneo pero cuando se complica con una tercera llamamos al orden y prohibimos a la interlocutora en cuestión que continué el relato hasta que las otras hayan terminado.
Las 8, las 15 o las 4 o 5 mantenemos esta dinámica durante las dos o tres horas en que se desarrolla la reunión, hasta que una decide emprender el regreso a casa exigida por los hijos, el marido o el simple cansancio de las actividades diarias. Empiezan las despedidas, hasta que surgen las charlas de último momento: Fulana no contaste al final que paso con... acto seguido todas se vuelven a sentar y escuchan atentamente el tema que será el cierre de la noche.

Así todas volvemos a nuestros hogares. Felices con el silencio que sigue al cotorrerío constante de varias amigas reunidas, pero con la seguridad de que no cambiaríamos por nada del mundo el gustito que dejó un encuentro más con las chicas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Mary, qué genia que sos! cómo nos captás! Me siento reflejadísima, y QUE NO SE CORTE!!!

Un beso grande
Majo

Anónimo dijo...

Muy buenooooooo!!!! es tal cual...seremos todas las minas iguales???