"Tal vez podamos comenzar observando simplemente nuestras manos, dice. Cómo se relacionan entre sí mientras realizan las tareas del día: Ponerse la ropa, abrochar un botón, preparar un café. Todas las tareas. Observarlas con detenimiento y mirar la relación. Allí hay ayuda recíproca, ajustes continuos, acoplamientos precisos, sentido de equipo... Esa es la cooperación del amor." Para aprender eso que hacen con naturalidad han pasado un proceso de aprendizaje, por la experiencia, por el ensayo y el error, han evolucionado hasta alcanzar la motricidad fina que que les permite tal armonía. Y así como nuestras manos construyen su relación de amor, lo hacemos nosotros cuando la totalidad de nuestro ser se relaciona con otro ser.
Publicado en La Nación Revista el 11 de enero de 2009, Sergio Sinay.
3 comentarios:
Delicadas impresiones de una chica delicada!
god save the love... creo que es una metafora que permite redescubrir el amor.
bello
abrazos
O sea que si hay un manco va a ser soltero toda su vida????
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