30 de octubre de 2007

El que quiere celeste que le cueste

Nada peor que una espera. Nos mata la ansiedad, queremos resolver todo ya. Durante todo ese tiempo lo único en lo que podemos pensar es en las miles de alternativas de resolución que pueden surgir y que oscilan entre un final feliz, comiendo perdiz y el rechazo más absoluto.
Dicen que las cosas que cuestan uno las disfruta más, pero estoy segura de que si le preguntamos a cualquiera que se encuentra en situación de espera, dirá que pagaría lo que fuese por llegar al momento deseado.
El tiempo sirve para madurar pero la sabia naturaleza determinó que tiene que haber un equilibrio. Si uno retira los frutos antes de tiempo y los come inmaduros pueden caer mal. Lo mismo ocurre si por miedo esperamos demasiado. Todo se pudre y solo sirve para compota y hay que conformarse con una mezcla llena de condimentos para convertirla en algo comestible. Lo que estoy tratando de decir es que en las relaciones pasa lo mismo. Si nos apuramos podemos hacer que todo muera de forma súbita y si por miedo dejamos que las cosas se extiendan más de lo necesario podremos obtener algunas cosas de esa relación pero seguramente no sea lo primero que fuimos buscando.
El problema de esto es que no hay ningun libro que nos indique cuando es el tiempo justo. Cada persona tiene sus tiempos y eso se aplica a nosotros y al resto de los mortales. Por eso creo que es tan complicado encontrar a la persona justa en el momento indicado (el nuestro y el del otro). Eso si, el día que se alineen los planetas y el universo esté en el equilibrio justo descubriremos que tanta espera valió la pena.

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