Ayer tuve salida. Casi cita a ciegas. Ya habíamos charlado por msn y nos habíamos visto por fotos. Estuvo bien. Ahora empiezan las dudas. ¿Gustó o no gustó? Hubo muy buenos momentos en la salida, pero un clásico: no sé si me gustó el hombre en sí o lo que el hombre representa. Fuimos a comer, buena charla y después al cine. Hacía dos años que no iba al cine con alguien que no fueran las chicas. No había notado cuanto extrañaba ese programa de novios. A mis amigas las quiero mucho pero es completamente diferente estar allí sentada pasándola bien con un muchacho, compartiendo sugus o pochoclo, riendo o llorando según el relato lo amerite.
También me di cuenta de cuánto extraño el contacto relajado que se da cuando uno se siente en confianza. Extraño esos abrazos donde uno descansa en el otro, donde no hace falta llenar el silencio con palabras, donde uno se sabe querido realmente. Extraño la intimidad de estar con alguien que uno ama.
Supongo que por eso es tan fácil cuando uno conoce a un nuevo candidato enamorarse del amor y no enamorarse del otro. Es tan fácil dejarse llevar por las ganas de estar con alguien, dejar de lado lo que quizá no convence, no prestar atención a las cosas que no cierran. Pero enamorarse realmente es una cuestión de tiempo y de conocimiento. También creo que enamorarse es una cuestión de reciprocidad en el querer. Solo me puedo abrir realmente si veo que del otro lado está pasando lo mismo. Por eso quizá no me enamoré de ninguno de mis salientes, porque aún con aquellos que lo fueron por un largo tiempo no se dio la confianza y el intercambio necesario para que vuelva a amar.
Una nueva salida, un nuevo dilema que solo con el tiempo se resolverá.
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